Morelos sabía que la rapidez y la ligereza de equipaje era la ventaja sobre sus enemigos. Consigo debía llevar apenas lo necesario para operar y para mantener el signo de superioridad militar de un caudillo: el archivo con sus decretos y correspondencia; sus armas y uniformes; el misal, algún rosario, algunas imágenes sagradas… algo de ropa limpia y, a veces, una cama de campaña, --como la que aquí se exhibe-- que sus ayudantes debían armar para que llegase a descansar algunas horas.

No siempre le acompañó la suerte. Varios de los documentos que ahora se muestran tienen las marcas del abandono –con las huellas del fuego, por ejemplo--; las crónicas y los partes oficiales de sus enemigos, además, dejaron constancia de que Morelos sacrificaría todo aquello que pusiera en riesgo su vida y la de sus compañeros. Así, el pequeño cañón “El Niño” de los Galeana, que tan eficaz fue en la defensa de Cuautla, fue dejado en manos de los enemigos cuando tuvo que escapar. Lo mismo una copia

manuscrita de la Constitución de Apatzingán. Los objetos más valiosos que eran abandonados fueron considerados botín de guerra y remitidos a las autoridades militares virreinales. 

Tema 1. Los primeros años

Tema 2. La geografía de la guerra: 1810-1815

Tema 3. Protagonistas de la insurgencia

Tema 4. El espacio de la democracia católica: geografía política de una utopía

Tema 5. La jornada de un jefe insurgente

Tema 6. Captura, juicio y muerte